ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE RUMORES DE SUBURBIOS,

DE MARICEL MAYOR MARSÁN

  

por

 

Myrna Nieves, Ph.D.

Boricua College - Recinto de Brooklyn

 

    

     Con estrategias teatrales, Maricel Mayor Marsán nos adentra en las vidas y valores de suburbios, pintando primeramente un escenario que a simple vista se antoja agradable, cómoda. Describe las vidas acomodadas de los que viven en los vecindarios pudientes a las afueras de la ciudad. Aclaro que la autora emplea estrategias teatrales porque el ambiente se introduce antes que los dramas humanos individualizados. Excepto por algunos niños y adolescentes --que en realidad son al principio parte del paisaje-- sus dos primeros poemas: ‘Los suburbios’ y ‘Verano en los suburbios’ describen la quietud, los jardines bien cuidados, las casas amplias y bien pintadas, el vuelo de los pájaros, el calor, la tarde apacible. A primera vista, se presenta una vida envidiable que responde a lo que los medios de comunicación nos han presentado como el ideal de convivencia social americano. De hecho, al final el primer poema la autora señala:

 

                                    todo parece calmado, casi perfecto,

                                    una película de Hollywood al comenzar. (p. 10)

 

     No obstante, ya, entre toque y toque del escenario que se pinta, nos introduce elementos que causan inquietud: cita “pestillos, bisagras, candados y rejas”, nos habla de los que “se ausentan de prisa” y de los que “repiten movimientos aprendidos en la MTV”. 

 

     Las mujeres de esta sección, como las que describe en “La reina de los suburbios”,  están ocupadas con sus compras y sus visitas al psicólogo y al gimnasio; mientras los hombres, algo ausentes del vecindario y la familia, parecen trabajar largas horas para escapar el vacío y sostener el nivel económico que, al parecer, es lo único que  le da sentido a sus días. Todo ello nos sugiere vidas profundamente inseguras, ansiosas y vacías (en contraste con el apacible escenario alrededor). Peor aún, revela una población con ciertos estándares económicos sostenidos por conflictos bélicos. En su poema “Suburbios”, la autora señala:

                                   

                                    Y en un lugar muy distante                              

                                    los soldados en guerra se pierden  

                                    entre el desierto

                                    y las bombas que diezman.

                                    ...

                                    Cadáveres de ojos yertos con nostalgia de suburbios. (p. 12)

 

     Como trasfondo al escenario de aparente sosiego y afluencia de los suburbios, están los soldados que matan y mueren en lejanas guerras, como sucedió con las dos guerras recientes contra Irak. El verso de la autora,  “El verano asusta.” (p. 12), bien podría leerse: ‘El suburbio asusta’.

 

     Los suburbios dictan normas de convivencia que prohíben ciertos comportamientos, a la vez que exigen otros. No se mira, no se pregunta mucho, se exigen bienes materiales, se compite con el vecino, se viste y calza de determinada manera. Las preocupaciones más importantes son el visitar los salones de belleza para ponerse uñas acrílicas y las compras en los centros comerciales. Los poemas muestran el hastío, la alienación familiar y laboral y sobre todo, la pérdida del amor. Y lo trágico o irónico, es que los habitantes de los suburbios no parecen darse cuenta de ello.

 

     La autora, como visitante que va por las aceras atisbando con cautela en las casas, sin perturbar el orden establecido, observa las consecuencias de estos modos de comportamiento, particularmente en las generaciones jóvenes, que tienen un espacio amplio en estos poemas. Describe las  vidas superficiales y los deseos constantes de adquisición de bienes materiales  de  niños y adolescentes, particularmente las mujeres jóvenes.  Se destacan la obsesión con la apariencia física (implantes de silicona como regalo de cumpleaños) y el apetito por una tecnología que, en este contexto, en vez de reunir, separa: televisiones en cada habitación, niños ocupados con aparatos tecnológicos y portales del Internet. En el poema “Algunos niños de suburbio” la autora nos dice:

 

                                    No oses llamarles la atención.  

                                     ...

                                    Tampoco pretendas un espacio en sus vidas,

                                    están ocupados con Facebook, My Space o You Tube. (p. 30) 

 

     Resulta interesante que este poema sobre los niños es el último de la sección del libro titulada “Suburbios”, como si la autora quisiera indicarnos que esta es la generación que va de levante, producto de la alienación de sus padres.

 

     Esta primera sección del libro posee gran unidad y constituye una meditación sobre los ideales que mueven a grandes partes de la población posmoderna de los países “desarrollados” como Estados Unidos, incluso a los latinos con aspiraciones de movilidad social que viven en ellos. Presenta búsquedas de felicidad fallidas por estar basadas en unos ideales de vida que al fin al cabo no satisfacen. Carecen de verdadero contacto humano y autenticidad, requisitos indispensables para una existencia plena. El mensaje de la autora es claro: los suburbios son los lugares donde se muere de pobreza en medio de la abundancia. Nos motiva a preguntarnos, ¿Qué vida queremos vivir? ¿Cómo no me dejo atrapar por el materialismo y el consumismo y busco, como ser humano y como latina, una existencia auténtica?

 

     Ese libro está dedicado “A las mujeres de mi generación”, así que no nos sorprende la presencia constante de la mujer en sus poemas. Su mayor honor a la mujer no es versificar sobre sus buenas cualidades —como los poemas a la madre, las divas famosas, las escritoras caribeñas— o  escribir sobre sus desaciertos, como los de las reinas de suburbio, sino el declarar que si volviera a nacer, la autora prefiere ser mujer. A sabiendas de la desventajosa situación social que todavía tiene la mujer, declara en el poema “Si he de volver a nacer”: “sexo débil, pero de carga pesada, / sustentamos las familias,/ los dolores y las ansias” (p. 41) y añade que no quiere ser hombre porque:

 

                                    Me disgustan los belicosos,

                                    los mercenarios, los terroristas,

                                    la testosterona en exceso

                                    y el odio de trastienda reciclado

                                    ...

                                    Prefiero amar y sonreír a diario. (p. 42)

 

     ¿Atribuye la autora a la energía masculina mal dirigida o sin control la violencia que permea la sociedad moderna?  Pensamos que la respuesta puede ser afirmativa. En otro poema, “Te desconozco, mirada” describe la perplejidad de una madre cuyo hijo se convierte en asesino o torturador de mujeres, a pesar de todo el amor que ella le dio. Este poema, de vuelo poético con inspiración lorquiana, abre con versos de bellas metáforas:

 

                                    Hay un viento abierto

                                    olor de azucenas, esmeraldas que brillan

                                    en el fondo de un pozo de orugas (p. 66)

                                    ...

 

Y más tarde:

                                    luna sobre hierro verde, tu sino

                                    …

                                    ¿Acaso no bastaba el recuerdo

                                    de mi leche tibia amamantando tus labios

                                    para haber evitado el escarnio

                                    de otros pezones por ti desgarrados? (p. 67)

 

     En el poema “El triunfador infeliz” describe al hombre elegante y admirado por muchos, algo así como el personaje Richard Cory del conocido poema de Edwin Arlington Robinson. Richard Cory era admirado por todos pero en privado era una persona muy diferente, infeliz.  Robinson escribe: 

                       

                                    Whenever Richard Cory went down town,
                                    We people on the pavement looked at him:
                                    He was a gentleman from sole to crown,
                                    Clean favored, and imperially slim.

 

El poema de Mayor Marsán lee:

 

                                    Erguido, elegante, egregio,

                                    siempre dispuesto y siempre recto,

                                    casi caballero, casi perfecto. (p. 65)

                                                             

     A diferencia de Richard Cory, que al final del poema se dispara un balazo a la cabeza, el personaje masculino del poema de Mayor Marsán descarga su agresión (infelicidad) en el abuso verbal a su pareja. En otro poema, “Verbo mal conjugado”, el maltrato doméstico culmina con la muerte de la mujer. Poemas como los que hemos mencionado aluden a una historia de violencia generada por un mundo de hombres que no ha logrado transformar el lado destructivo de su agresión.

 

     No debemos entender por ello, sin embargo, que la autora hace una censura total a los hombres. Los poemas de la sección “Intimidades” son muy distintos. Evidencian por parte de la autora una energía sexual saludable y juguetona. Ejemplo de ello son poemas como “Espacio íntimo” y  “La sal en tu piel”.  En “La sal en tu piel” la autora escribe:

 

                                    Te observo caminar de pasada

                                    mientras un deseo recorre mi mente:

 

                                    lavarte con mi lengua osada y sabia

                                    todos los rincones de tu piel inerme. (p. 34)

 

     Es importante señalar que esta dinámica del amor sexual no se da sin una conciencia de las complejidades inherentes a dicha relación. Como en el título del libro de la escritora española Rosa Montero, “Amantes y enemigos”, las relaciones entre mujeres y hombres son complejas, como mínimo. Su poema “Estoy lista para tu guerra” equipara la relación con un conflicto bélico; la autora no es cándida al respecto: en el último verso escribe: “guerra de dos y por amor” (p. 36).

 

     Algunos de los  poemas están dedicados a mujeres cercanas a la autora, a manera de consejo o recomendación; otros poemas aluden a asuntos de identidad, como a la mexicana de Coahuila en “Mitad norte, Mitad Sur” o aprecio a otros países caribeños e incluso a la recuperación de raíces importantes como la española, que se observa en la vida de escritoras como la misma Mayor Marsán. Algunos poemas de la sección titulada “Tristezas” sintetizan el cariño y admiración por figuras femeninas importantes en nuestras vidas, como los versos a Celia Cruz en “Elegía a una diva tropical” y a la abuela en “Desdeñando razones”. En “Desdeñando razones” la autora pregunta a su abuela, que sufrió el proceso de separarse de los suyos al dejar España y venir a Cuba: “¿Por qué, abuela? ¿Por qué tanto dolor? / ¿Por qué esta maldición que nos separa de los nuestros?” (p. 60). Estos poemas evidencian un tono de melancolía que es eco de la ruptura mayor del pueblo cubano, que como otros pueblos caribeños, tienen una historia de pérdidas mayores de su población por revoluciones (como la Revolución Cubana), exilio o emigración. La tristeza y la añoranza se sienten en estos poemas; son sentimientos fuertes que a veces parecen quitarnos las fuerzas.

 

     No obstante estos momentos de decaimiento que son parte ineludible de la existencia, la autora, que edita una revista literaria y ha publicado diez libros, nos muestra con su ejemplo la determinación tenaz y, a mi modo de ver, admirable, de continuar creando y dando al mundo.

 

     En fin, este libro, Rumores de suburbios es un poemario que recorre temática y existencialmente un espacio amplio, y revela una autora que reflexiona sobre la época contemporánea con humanidad y perspicacia.

 


 

Esta reseña fue leída originalmente

en la presentación del libro en:

 

MCNALLY JACKSON BOOKSTORE

52 Prince Street

e/ Lafayette & Mulberry

New York City, New York.

(25 de junio de 2010)

 

 

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