JOSÉ LEZAMA LIMA

Y

LA MITIFICACIÓN BARROCA

 

 por

 

Luis de la Paz

Crítico Literario

(La Revista del Diario Las Américas)

 

     Creo que fue muy atinado por parte de la escritora Maricel Mayor Marsán organizar en México un homenaje a José Lezama Lima, figura mayor de la literatura cubana, en el treinta aniversario de su muerte, ocurrida en 1976. Aún más certero fue el agrupar en un libro, José Lezama Lima y la mitificación barroca (Ediciones Baquiana, 2007), las ponencias que allí presentaron cuatro estudiosos de la obra lezamiana, tres cubanos y un mexicano. Gracias a ese importante sentido del legado histórico de Mayor Marsán, un público mucho mayor, podrá ser también partícipe de lo que se expresó en el Salón de la Academia de Ingeniería del Palacio de Minería de México.

 

     La coordinadora del encuentro y editora del libro, citó a Jesús J. Barquet, José Prats Sariol, César Salgado y Óscar Wong, para que brindaran: “una variada perspectiva de la obra lezamiana, como tributo a uno de los más destacados bastiones de la literatura cubana del siglo XX”. El volumen precisamente ofrece una visión renovada y fresca del insigne escritor cubano.

  

     El libro aligera su marcado carácter académico gracias al trabajo Del cotidiano arte de escapar: José Lezama Lima de Jesús J. Barquet, que brinda un delicioso testimonio, diría que muy vívido, de sus encuentros personales con el inquilino de Trocadero 162. A mi juicio éste es el texto de mayor interés, porque ofrece una perspectiva personal, íntima y humana de Lezama, esbozando como trasfondo el ambiente de persecución, acoso e incertidumbre que vivían (y aún viven, aunque en menor escala) los escritores cubanos en las décadas del sesenta y setenta.

   

     Barquet cuenta sus encuentros con Lezama, las abiertamente cautelosas conversaciones: “Cuando un tema de actualidad política se colaba inevitablemente en la conversación, no pasábamos de la mera mención o descripción del suceso. El comentario se hacía sin palabras: un gesto, una mirada, una sonrisa o un rictus cómplice era suficiente”.

 

     En el segundo texto, Las décimas de Lezama, José Prats Sariol señala que las: “ochenta y tantas décimas que escribiera no son un significado aparte dentro de su fuerte obra, nada en ella es ajeno, distinto a Lezama”. Luego afirma que Lezama “prefería ignorar las décimas escritas antes de 1937”.

 

     El siguiente estudio es La era pospuesta: impresiones sobre “la industria Lezama”, 1989-2006 de César A. Salgado, un paralelismo entre Lezama y Joyce, una mirada interesante y curiosa la que este ensayista plantea.

 

     El cierre corresponde al escritor mexicano de ascendencia china Óscar Wong con La metáfora dinámica en José Lezama Lima. Aquí resumo su tesis citando a Maricel Mayor Marsán en la introducción: “El concepto de la metáfora dinámica, a partir de los textos lezamianos, ofrece una pauta para entender el equilibrio de fuerzas y el tono lúdico que encontramos en la obra del autor homenajeado”.

 

     Y de eso se trató el encuentro en México, de un homenaje a un hombre enorme, que fue condenado al ostracismo por la dictadura castrista e ignorado por la cúpula cultural oficial. Tras su muerte, su nombre volvió a escucharse en Cuba y hoy su otrora vigilada casa ha sido convertida en museo. Lezama Lima vivió siempre por encima de sus circunstancias, aún cuando éstas lo dañaban emocionalmente: inmerso en la poesía, la literatura y el arte, como las grandes metáforas de su profundo caudal creativo.

 


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