MERECIDO HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ

 

por

 

Elena Iglesias

(Especial/El Nuevo Herald)

     

Una muestra de poesía, narrativa testimonial, fotografía, dibujo, acuarela y escultura, en torno a la obra poética de Miguel Hernández, compone este libro homenaje, donde participan escritores y artistas de distinto origen geográfico, residentes en Estados Unidos.

 

``Si existe un poeta que no pasa de moda, ése es Miguel Hernández. Su poesía es un reflejo de su breve y triste paso por la vida. Muchos lectores se identifican con su sed de amor, justicia y libertad. Nada humano le era ajeno'', dice Maricel Mayor Marsán en el prólogo del libro que editó para Ediciones Baquiana, en honor al poeta de Orihuela. Esta publicación fue auspiciada en parte por la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana para el Desarrollo.

 

El proceso de selección de artistas y materiales fue largo y complejo, casi un año en total, cuenta la escritora. ``En primer lugar, la cifra de 50 creadores fue algo que decidí de antemano. Los invitados a participar tenían en común su interés por la poesía de Miguel Hernández.

 

``En segundo lugar, siempre consideré incluir a los escritores y a los artistas visuales en un esfuerzo conjunto. Pienso que todas las expresiones artísticas suelen relacionarse más entre sí de lo que creemos'', afirma Maricel, para quien lo más atractivo de la poesía de Miguel Hernández no es sólo su originalidad, sino el humanismo intrínseco en cada uno de sus versos.  

 

Entre las contribuciones artísticas sobresalen la fotografía Palmera espigada de Patricio E. Palacios; la acuarela El niño yuntero de Vicente Dopico Lerner; y el dibujo de Elena Lasala, La soledad de la costumbre.

 

Emilio Bejel, otro de los colaboradores, dice sobre El rayo que no cesa: ``al leerlo me sentía acompañado, como si hubieras tenido algo que ver con la lujuria que se quemaba en un pan en el horno, en un cigarro que se movía en la oscuridad humeante, en un beso donde no llegaba la decencia familiar''.

 

El toledano Hilario Barrero lo recuerda a su vez de esta manera: ``Sigue tu casa en pie,/ la higuera todavía curva el aire,/ llora un niño, se seca la cebolla,/ la escarcha se funde con la sombra/ y están despiertos todos los naranjos./ Dios te ha escuchado,/ Miguel/ Dios nunca está callado''.

 

Y Mariela Abreu Ortet le aconseja desde Tampa: ``No le temas poeta a un segundo de infamias, / para siempre en los campos han quedado tus marcas, / nutriendo a este planeta que tanto las reclama''.  

 

Aparte de ser la prologuista y editora del libro, Maricel también colaboró con un poema inspirado en Sigo en la sombra, lleno de luz: Existe el día. ``Lo que más me llegó fueron sus referencias constantes hacia la sombra o la luz en su obra, en dependencia de sus estados de ánimo; y sus conceptos sobre la vida misma'', reflexiona la escritora, que admira la intensidad con que el poeta vivió.

 

``Miguel Hernández vivió convencido de que moriría joven y así fue. Las sombras (en este caso, sinónimo de adversidades) lo acompañaron durante todo el trayecto de su existencia, pese a la fuente de luz que reinaba en su fuero interno. Y, a partir de esa conceptualización de las imágenes del poema, la mañana simboliza la juventud, la tarde la madurez y la noche el ocaso de la vida'', explica Maricel.  

 

Otro participante, el colombiano Ricardo León Peña-Villa, habla con el poeta desde Nueva York y le dice: ``Amado y triste cantor/ Tuviste amigos de sol que sombra fueron/ Cuando prisionero --no vencido--/ Cantaste al eterno invierno/ Cantaste al amor y los que amamos/ Amante amador, Miguel''.

 

Y Rina Lastres, desde Madrid, así le expresa su admiración: ``Poeta de la ternura y de la guerra/ llegas por el levante, / como el alba llegas. / Tus palabras olivares, / y la cebolla tu aliento/ y tu España dividida: / dos guitarras, dos tristezas. / Y tus pulmones cansados/ `ruinas de la mejor perla'. / Y tu recuerdo una espiga/ donde siempre es primavera''.

 

De sus cinco libros, el favorito de Mayor Marsán es El rayo que no cesa, por la fina hechura de sus versos (la mayoría sonetos) y el romanticismo que los envuelve. ``Este poemario refleja además su amor intenso por la vida, por los amigos, por su familia y por la mujer que ama''.

 

A manera de síntesis, la editora resume su percepción sobre los otros cuatro libros del poeta español: ``Perito en lunas son sus primeros pasos en la poesía, con gran influencia de poetas clásicos como Góngora. Viento del pueblo encierra un evidente influjo de los poetas Pablo Neruda y Vicente Aleixandre. El hombre acecha son poemas escritos durante sus viajes y durante la Guerra Civil Española. Cancionero y romancero de ausencias es su libro más íntimo, donde describe diversas vivencias existenciales. Y en sus últimos poemas, escritos en los años en que estuvo en prisión, los temas se tornan trágicos'', dice la escritora.  

 

Y Uva de Aragón concluye: ``Este rayo que es la muerte no cesa y hay tanto que hablar, compañero. Es fácil hablar contigo, poeta y es fácil hablar con mis muertos''.

 


 

 

 Volver