EN EL TIEMPO DE LOS ADIOSES

por

Manuel Bolívar Graterol

Columnista

(El Impreso  ̶  Aragua, Venezuela)

         

     Hay voces que, desde sus orígenes, anuncian capítulos para una reflexión, tal es el caso de la escritora Maricel Mayor Marsán. Y es que esta portadora de nuevas propuestas en el campo intelectual, es en si misma, un acontecimiento literario. Ahora, y con la intención de no acostumbrar a sus lectores a un género en particular, muestra su bella edición de En el tiempo de los adioses, cuyo verdadero prólogo es una fotografía de una mansión colonial de la Habana Vieja en Cuba.

     Maricel Mayor Marsán nació en la ciudad de Santiago, en 1952. Y es, a más de creadora de un lenguaje poético muy particular, narradora, dramaturga, a la que se suma su pasión por la crítica y la difícil tarea de editora. Y es ahora, luego de aprobadas iniciativas en el campo teatral, una experiencia con libros de poesía, que reaparece con renovadas energías y estilo, bordeando una escritura que atrapa, desde sus primeras páginas, a sus posibles lectores. En el tiempo de los adioses / no hay profetas perfumados / regalando epitafios… dice. La autora publicó Lágrimas de papel  (1975) y 17 Poemas y un Saludo (1978), entre muchos otros.

     Y es que su nuevo libro, que es una mezcla de sus oportunas vivencias, envuelta en su sonora legitimidad, representa una lógica escritural, en la que se asoman, como advertencias coloquiales, el duro rostro de una realidad que la autora no evita, sino que consume en complicidad con sus lectores, de donde provienen sus oleadas de tristeza y calma. Así, provista de una sensibilidad muy propia, acude a una genealogía del acto creativo, y que se transforma en vehículo para diseñar una propuesta original que, sin convertir su intención renovadora como un límite, se articula a lo largo de una experiencia compartida en la que se comunican desde un adiós.

     Y es que estos adioses, que son un principio y una dura metáfora de la realidad, en la que empuja a su lengua con mayor fuerza, adquiere tonos de cruda vivencia, cuando dice: De tus aguas vengo / vaciando tus paredes interiores. Su poesía, que crece a expensas de su verdad existencial, alcanza espacios, que como brazos van destruyendo la cerca cotidiana y se extienden en emotivas escenas interiores, que mantienen intacto su estilo y su depurado aroma particular.

     Y es que En el tiempo de los adioses (2003), impreso en España, se teje una comunión entre la autora y un sentimiento, que es un mundo en si mismo, poblado de territorios propios, de los que parten sus crudas sentencias. Aunque no se propone una cartilla existencial, en ella se evidencia una propuesta idiomática, muy valida en el tiempo. El Adiós no nos pertenece, sino que es una conjunción de elementos que prefiguran, de igual modo, el valor expresionista de la ausencia y la naturaleza íntima de un largo litigio, en el que la autora proclama, sin temor alguno, su palabra que es verso, redención y posición política.

     Y es que En el tiempo de los adioses, como una dura prueba de su pasión poética, prepara el encuentro secreto con su lector, en el que queda tácita, una operación más que sensorial, que dibuja su cristalina acción reveladora, en la que se cuida de no caer en un metaforismo excesivo y de conquistar esos nuevos espacios que, entendidos como un esfuerzo a favor del sentido, no descuidan la forma como vehículo acertado para su convocatoria natural. Allí, en esos adioses, caben de igual manera el rostro, el olvido y la pasión humana por el amor, la imagen y la tierra. Después de leerlo, no podemos decir adiós, sino bienvenida de nuevo Maricel Mayor Marsán.


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