ESPAÑOL O ESPANGLISH: ÚTIL COMPENDIO

SOBRE LA PROBLEMÁTICA ANGLICISTA

 

 por

 

Emilio Bernal Labrada

Academia Norteamericana de la Lengua Española

Real Academia Española

       

 

     Abrimos con fruición la segunda edición de este libro, «Español o Espanglish», cuidadosamente revisado, prologado y editado por la destacada escritora Maricel Mayor Marsán, abrigando la esperanza de encontrar en él un conjunto de criterios y puntos de vista que orienten a los estudiosos del tema, así como al público en general. Y no nos defrauda, puesto que, repleto de artículos y ensayos calzados con la firma de muy destacadas personalidades y expertos, ofrece análisis de los más diversos aspectos del fenómeno lingüístico que, conocido con diversos términos, está dando mucho que pensar últimamente al mundo hispánico.

     En su prólogo, Maricel Mayor Marsán afirma con visión y precisión que el «espanglish» es característico de «hispanos con bajo nivel de escolaridad» y que viene a ser «una jerga dispersa» sin verdaderas probabilidades de trascendencia.

     En primer lugar entre los colaboradores, el prestigioso Director de la Academia Norteamericana, Odón Betanzos Palacios, se refiere acertadamente al influjo de los anglicismos innecesarios, que constituyen acaso el peso fundamental y más indeseable del empuje que presenta el inglés en el desarrollo de este semidialecto –llamémoslo así–.

     Luego, la destacada periodista Olga Connor examina aspectos del habla popular en que se mezclan los idiomas, así como las deformaciones sintácticas –a veces muy sutiles– que sufre el español cuando está en contacto permanente con el inglés.

     Por su parte, el poeta y ensayista Orlando Rossardi (Rodríguez Sardiñas) hace un pronóstico favorable del futuro del español en Estados Unidos, citando el criterio de Humberto López Morales, Secretario General de la Asociación de Academias y estudioso del tema, en el sentido de que el fenómeno «denota más bien el empobrecimiento de una lengua que el nacimiento de una nueva lengua o un nuevo dialecto».

     Hacen aportes al estudio del espinoso tema otras figuras importantes como la valiosa profesora Beatriz Varela, la poetisa Gladys Zaldívar, el periodista Luis de la Paz, y los profesores Guillermo Lousteau Heguy, Pedro Blas González y Francisco J. Usero Vílchez.

     En muchos casos se cita a un profesor judeomexicano de Amherst College –Ilán Stavans, para más señas– que se ha destacado por ser promotor del «espanglish» como especie de dialecto en ciernes con visos de adquirir impulso en el ámbito literario (sobre todo por parte del propio Stavans). Por suerte los ponentes no parecen estar muy convencidos de la validez de su criterio.

     En realidad, si nos ponemos a analizar francamente el fenómeno –para el cual coincido con Rossardi en adjudicarle la etiqueta más castellana de «espanglés»– plantea, en cuanto a sus causas, los siguientes puntos.

1.  Es natural, a causa de la presencia del español en un medio –y un mundo– donde predomina hoy el inglés.  

2.  Es un fenómeno mayormente oral y coyuntural, que obedece a la necesidad de comunicar información sin «correcciones de estilo» mentales. (No todo el mundo es capaz de traducir al instante los conceptos coloquiales y las peculiares modalidades del inglés, por bien que se conozcan ambas lenguas, y los hispanohablantes en EE.UU. no siempre piensan en español.)                                                                                         

      En cuanto al aspecto de la validez del espanglés, a mi juicio cabría destacar la importancia de no darle excesiva importancia –disculpando la redundancia–, puesto que siendo una mezcolanza que adultera ambos idiomas  –aunque más al nuestro que al otro– no cabe darle «carta de ciudadanía» ni legitimidad a una tergiversación que debe ser intranscendente. No es la primera vez en la historia –ni será la última– en que dos idiomas coexisten en una misma región y se producen intercambios o combinaciones de voces, adulteraciones y hasta deformaciones sintácticas, fonéticas y ortográficas.  

     Como decíamos, estas injerencias suelen ser casuales y ocasionales, sobre todo en la informal lengua oral, y casi no afectan ni al habla ni a la escritura cultas, sino que se limitan a gentes de poca instrucción que echan mano de las voces y expresiones que les parecen más familiares o naturales en determinadas circunstancias.

     Nada más fácil, en muchos casos, que combinar en un solo enunciado frases en dos idiomas que llegan a la punta de la lengua sin ningún esfuerzo. Sobran los ejemplos, muchos de ellos sobriamente comentados en los ensayos compendiados. Pero, ¿para qué hemos hecho estudios? ¿Para qué tenemos cabeza sobre hombros? Si no es para pensar, para expresarnos como es debido, ¿acaso volveremos al primitivismo de habla que privaba entre los ignorantes de la antigüedad? ¿Cuál sería el propósito de mezclar dos idiomas cuando podemos usar con propiedad uno solo: echar ambos a perder?

     Como chanza, como chiste, o como simple humorada, puede pasar una ocasional jitanjáfora –al decir de Alfonso Reyes– de bilingüismo. Pero de ahí a que procuremos darles categoría de seriedad a los errores y horrores anglicistas, hay mucho trecho. Nada se ganaría con ello y, en cambio, mucho se perdería.

     Estimo que la obra editada por Maricel Mayor Marsán nos da, desde distintas y bien fundamentadas perspectivas, esa sólida pauta.  El futuro del español en Estados Unidos, tal cual lo afirman quienes han hecho su aporte a este valioso libro, está asegurado. Somos un conglomerado grande, poderoso y cada vez más homogéneo. Contamos con nuestra propia prensa, radio, televisión y múltiples publicaciones periódicas. Que nuestro español tenga sus variantes, que sufra de influjos anglómanos y anglicistas, que experimente fallos y deformaciones, es natural y casi inevitable.

     Pero contamos, por otra parte, con instituciones como la Academia Norteamericana, que en su constante empeño por defender del español, está llevando a cabo acuerdos –con Univisión, por ejemplo– para ofrecer asesoramiento que contribuya a mejorar la calidad y homogeneidad del idioma que se difunde diariamente a millones de hispanohablantes.

     Importa, eso sí, que todos pongamos de nuestra parte para hablar y escribir lo más correctamente posible, única manera de atajar el deterioro, y de proteger y defender nuestro singular modo de expresión, que es el insigne elemento que nos une y nos define a todos los que hablamos la hermosa lengua castellana, dondequiera que vivamos en el mundo. Es nuestra etnia, nuestra tradición, nuestra raza.

     Y es de la responsabilidad de cada uno darle el respeto que se merece.

 

Esta reseña también fue publicada en:

Diario LA INFORMACIÓN de Houston, Texas, EE.UU. (Semana del 15 al 21 de febrero de 2007)

Versión digital e impresa / Sección de Cultura.

 

Revista cultural COLOQUIO de Baltimore, Maryland, EE.UU. (Febrero de 2007)

Versión digital.

 


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