DESDE UNA PLATAFORMA EN MANHATTAN

ANTOLOGÍA POÉTICA DE MARICEL MAYOR MARSÁN

(1986 - 2006)

 

por

 

Alicia E. Vadillo, Ph.D.

(Universidad de Nueva York en Oswego) 

    

     Maricel Mayor Marsán  es una representante de lo que ha venido a llamarse literatura cubana de la diáspora. Su producción literaria es tanto poética como dramática pero en la Antología Desde una Plataforma en Manhattan (México, 2008), solamente se recoge parte de su creación poética. Esto es, cinco colecciones de poemas, organizadas a partir de la más reciente:

 

1-  Poemas desde Church Street  (2006)

2-  En el tiempo de los adioses  (2003)

3-  Errores y horrores. Sinopsis histórica poética del siglo XX (2000)

4-  Un corazón dividido (1998)

5-  Rostro Cercano (1986)

 

     Para una mejor valoración y entendimiento de la obra poética de Maricel es necesario un breve acercamiento a la literatura cubana de la diáspora; literatura que abarca dos grupos de escritores muy disímiles pero sólidamente unidos en una producción de temas comunes; primeramente, los relacionados con Cuba y a continuación otros, de índole internacional.

 

     El primer grupo, al cual pertenece Maricel, reúne a aquellos autores nacidos en la Isla, con una obra literaria comenzada o fomentada allí, quienes continúan escribiendo en el exterior. El segundo, incluye a escritores que inmigraron a muy temprana edad o a aquéllos que ya han nacido en otros países, provenientes de una herencia familiar cubana muy fuerte, la cual los ha llevado a escribir sobre temas semejantes a los escritores del primer grupo.

 

     Los escritores de la diáspora cubana se asemejan más allá del tiempo y el espacio en su afán de describir la patria ya como sentimiento o abstracción, o como comunidad imaginada. En consecuencia, el concepto de patria se une al de identidad, pensada ésta, desde un entorno distinto al lugar de origen.  Ambos conceptos son delineados a partir de la escritura, la cual se apoya en una memoria afectiva, que en la práctica se convierte  en memoria colectiva y finalmente en memoria literaria.

 

     Los temas recurrentes en la literatura de la diáspora son:

 

- la fragmentación, el desplazamiento de la patria y el exilio compartido

- el deseo del regreso

- un sentir de alejamiento, nostalgia, desarraigo, carencia y pérdida

- el proceso de adaptación apoyado en la necesidad de hacer mutaciones culturales y   lingüísticas que traen como consecuencia una cultura híbrida

- el compromiso con la libertad

 

     Las experiencias individuales de estos traumas colectivos y las reflexiones históricas y políticas que el análisis de los mismos conlleva promueven otros temas, que traspasan los límites de Cuba y el exilio y se convierten en internacionales.

La revolución cubana, como hecho individual e internacional, las guerras mundiales, la guerra civil española, la guerra de Vietnam, la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York, así como los sentimientos más profundos relacionados con la partida al exilio y la separación familiar y, finalmente los discursos líricos que señalan el paso de la juventud a la madurez de la autora, forman el cuerpo de esta antología. 

 

     Dichos temas van acompañados de estrategias artísticas singulares y creativas. Ante todo, la autora se coloca a sí misma como el primer eslabón en cada cadena temática. Trabaja con hondura su sentir y su visión personal y, cuando recrea la historia de tiempos idos, lo hace, generalmente, desde la trascendencia que éstos han tenido en su propia existencia.

 

     Así mismo, la dualidad de una vida entre dos culturas y lenguas distintas se deja ver en una escritura dicotómica que se apoya en constantes construcciones dobles, que muestran semejanzas y/o contrastes según sea necesario. 

 

     Poemas desde Church Street es la colección de poemas que encabeza la antología. En ella la autora trabaja paralelamente la palabra y la imagen cuando nos deja conocer sus reflexiones ante las ruinas de lo que fueran las Torres Gemelas.

Las ruinas como estructuras, muestran una realidad pasada al estilo de una irónica puesta en escena, tal y como lo describe en su poema “Desde una plataforma en Church Street”:

 

Desde una plataforma en Church Street,

madera firme a destiempo en el tiempo,

indeseado e improvisado escenario,

elevada en ti hoy me encuentro.  

 

Observo los residuos de un desastre,

el memorial del desgarre de tantos. (15)

 

     Ante esta horrible visión, fluye el discurso de la autora, quien, con sus palabras nos da entrada a sus pensamientos y crea  imágenes, que describen  todo el horror de la tragedia vivida el 11 de septiembre de 2001.  

 

     A través de los poemas de esta colección se puede palpar la destrucción física de la zona y el sentimiento lacerante de aquellos que la recorren buscando un recuerdo, una compañía que ya no existe, una explicación ante tanto horror y desorientación. Tal es el caso del poema “De los traumas y pesares”:

 

Un segundo la vida,

dos segundos la muerte,

tres segundos de escarnio

y la sensatez se esfumó de las mentes.

 

Varias generaciones marcadas,

ofuscadas por la tragedia.

De los traumas y pesares,

de los desvelos y fatigas

quisiera poder mentir, también

fingir la ocasión podría, mas

nadie olvidará la desnudez de ese día. (18)

 

     Poemas desde Church Street tiene sus antecedentes en dos colecciones previas que también están recogidas en la Antología. Un Corazón Dividido, la primera,  muestra en su poema “Cojímar”  a los actuantes y testigos de la diáspora masiva de las balsas, “los balseros”, cuando éstos expresan sus variados puntos de vista sobre el hecho histórico que están viviendo.  Posteriormente en Errores y Horrores, Maricel presenta una secuencia de “errores” históricos como la guerra, el racismo, la discriminación, el colonialismo, el hecho destructivo en sí mismo, en contra de la humanidad o la naturaleza, el cual siempre deja a su paso una pérdida. 

 

     En ambas colecciones, Maricel utiliza una técnica singular. Individualiza el evento y se apoya en diferentes puntos de vista para juzgarlo. Siempre da espacio para criterios contrastantes y finalmente sugiere el camino honrado de la lucha por restaurar la paz. La paz, o su variante, el amor, marca una diferencia entre las tensiones y anuncia siempre un discurso de futuro.

 

     Siguiendo el discurso de paz, Maricel hace hablar en Errores y Horrores a Ghandi, Martin Luther King, los hippies, quienes conocieron la marginalidad y el ser víctimas del odio al igual que en  Poemas desde Church Street dedica un poema a una estudiante árabe quien muy lejos de ser enemiga, se identifica inmediatamente a través de una sonrisa. Este es El sello divino de una sombra”:

 

Veo pasar a mi lado una sombra,

viene de lejos, tan lejos,

como la imaginación que me persigue.

La voz dicta un lenguaje ajeno,

incomprensible a mis oídos.

Los ropajes delatan lejanía

y un sello divino de alguna aparente

clase religiosa que ostenta.

Pasadas tragedias me hacen temblar.

Y sin embargo, la sombra al pasar

no levanta el esperado polvo.

Una sonrisa, al voltear el rostro, nos acerca

y veo en aquellos ojos la nobleza de otra raza. (36)

 

     La colección En el tiempo de los adioses aparece entre Errores y Horrores y Poemas desde Church Street. En este caso, Maricel hace un cambio marcado en su temática puesto que ahora busca un hecho aislado, busca la individualidad del sentimiento. El eje de estos versos es el adiós como dura experiencia, como fuerza matriz de separaciones, de finales, como promotor de pérdidas. Un tema tan personal requiere una técnica de interiores: corazón, mente, experiencia, dolor. Requiere una técnica que rebase el lirismo y combine realidad e imaginación a través de la reflexión y la sensibilidad humana. 

 

     Según Maricel, los adioses pueden clasificarse en diferentes grupos, muchos de los cuales resultan comunes a todos los seres humanos. Así mismo “el adiós” como tal no puede existir sin el tiempo, categoría con la cual establece una unidad donde ambos elementos formantes resultan afectados. O sea, el adiós se da en el tiempo y, a su vez, actúa sobre éste ya que establece una diferencia en el mismo, le crea una nueva etapa al cortarlo, al fragmentarlo, al marcarlo, al hacerlo posteriormente diferente. El adiós cierra períodos y origina nuevas secuencias temporales, produce movimiento, tránsito de un estado a otro, recorrido que comienza en la cuna y es antesala de la muerte. En este texto, Maricel trabaja los adioses reales y metafóricos y se preocupa porque en la cadena de rupturas que producen estos, no quede la pérdida desgarradora como inevitable producto final, sino que trabaja, conjugando el pasado con las expectativas del porvenir, que si bien son inciertas, ella las presenta de manera optimista mostrando nuevas rutas, posibilidades y esperanzas. 

 

     Para Maricel hay adioses de naturaleza positiva, como el adiós a la infancia y a la escuela, que se ven reflejados en los poemas: “Llanto en septiembre” (45), “El adiós a la pubertad” (46) y “El adiós estudiantil” (47) … y hay otros adioses negativos, como el que produce la muerte y la separación de aquel a quien se ama y se ha ido sin regreso y aquel adiós que se produce ante el fin del amor, amor espontáneo para un miembro de la pareja e impuesto para el otro. 

 

     La guerra, tema constante en la poética de Maricel, trae a los versos pérdidas y adioses. La guerra es para ella, la anti razón que hace a la juventud su víctima. En ocasiones, Maricel crea un sujeto rebelde que, en primera persona enfrenta dignamente al adiós que no desea y que se niega a seguir aceptando aunque reconoce que su presencia es inevitable, tal y como lo expresa en los poemas: “El rechazo al adiós” (56) y “El adiós que no quiero escuchar” (57).

 

     Con originalidad, Maricel describe al adiós en sí mismo, como acto objetivo y real en el poema “Las horas del adiós” (53), y lo resume y ejemplifica, siguiendo su propia experiencia, en tres momentos: El adiós a la familia/ el adiós a la patria/ y el adiós al amor inconsciente (“Los tres adioses”, 43). Finalmente, el poema “El adiós a lo perdido” (54) es el mejor ejemplo para reafirmar la idea primera de la autora al conceptualizar el adiós como tránsito temporal:

 

El adiós a lo perdido

marca su precio, es objetivo,

irrefutable tema de dilemas,

un epitafio que dicta el subconsciente.

Es un perverso rojinegro que rueda,

se desliza, se vuelca, llega.

Es un nuevo capítulo en la historia

que define un final irrevocable. (54)

 

     Finalmente, no es posible que una poeta de la calidad de Maricel, con una visión totalmente femenina ante la vida, no dedique a la introspección y al amor una colección de versos.  Este es el caso de las colecciones poéticas  Un corazón dividido  (1998) y  Rostro Cercano (1986).

 

     En Un corazón dividido resulta interesante el primer poema, el cual da nombre al conjunto de versos. En él, el uso del “yo”, del “mi”, del mío”, es tan fuerte y repetido que hace pensar que la autora describe su propio ser con la serie de contradicciones que una descripción de esta naturaleza conlleva: dudas, criterios encontrados, identidades múltiples.

 

El mío es un corazón de dudas,

esfuerzos que luchan entre el aquí y el allá. (11)

 

     También en esta colección, la autora recrea el tema  de “la mujer”. Este aparece en el poema titulado “Una mujer observa desde su ventana” (30). En él, y como su nombre lo indica, una mujer se analiza a sí misma desde una posición de claustro, con la ventana como único contacto con la realidad. Anteriormente a este poema, la posición feminista de Maricel había sido poco expresada. Se intuía solamente a través de su ideología de ser humano que cree en la igualdad de los géneros, al mostrar el derecho de la mujer a amar y a ser amada sin limitaciones sociales y/o ancestrales. Ahora, con este poema, da un paso más allá, al permitir al sujeto femenino autoanalizarse y comprender sus limitaciones, sus temores, sus silencios, su tiempo no vivido. 

 

     El amor, visto con todo el subjetivismo femenino aparece en Rostro Cercano. A él se acerca la autora a través de un sujeto en primera persona y desde variados ángulos. Lo entiende como sentimiento que se corporaliza en un placer infinito, el cual se debilita ante la realidad, cruda y objetiva, que lo destruye. La pasión y el deseo erótico son emociones incesantes y, una vez consumidos en un amor, necesitan transitar a otro. El tránsito generalmente resulta doloroso y deja a su paso recuerdos que producen sufrimiento, sueños, melancolía; más aun, si el amor perdido no está olvidado. Sin embargo, existe la esperanza de un próximo amor que ofrezca el renacer de emociones, en el cual la alegría desplace a la tristeza y dé entrada a un nuevo deseo por consumir.

 

     Rostro Cercano también presenta un tema muy propio de una poeta como Maricel, me refiero al hecho de presentar “el verso” como una necesidad humana, como un centro de valores permanentes, y como un esencial pleno de emociones condensadas, las cuales son compartidas con el lector. Maricel insiste en revitalizar la composición poética en la cual algunos han perdido el interés. Este deseo sirve de preámbulo para desarrollar una idea aun más generalizadora, compleja y escalofriante: el poder aplastante que destruye el arte comercializándolo. 

 

     En este breve recorrido por las colecciones poéticas antologadas es fácil observar la calidad artística de la escritora Maricel Mayor Marsán. Su estilo propio y depurado se apoya en la combinación de la simpleza de su lenguaje con la grandeza de sus ideas. Este estilo establece una profunda comunicación con el lector, un diálogo directo que también juguetea con enigmas creativos y, en ocasiones, atrevidos. Sus temas variados recorren eventos objetivos como la guerra, la marginalidad, la destrucción ambiental, los cuales se paralelizan con otros, de índole subjetivo, como son el amor, los espacios de rupturas, los recuerdos de una tierra lejana, de una cultura de origen, de una primera identidad que después se comparte, se amplía y se enriquece.

 

     Y es quizás su dolor y vacío ante la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York lo que mejor revele su identidad. Sus sentimientos reflejan la extensión de la patria escrita, de la patria imaginada, de la patria sustituyente, compartida e híbrida, la cual es identificada, consciente o inconscientemente, no solo por cientos de cubanos que radicamos en esta parte del continente sino por otros muchos inmigrantes de la América hispana y del mundo que ya son parte de los Estados Unidos.

 


 

Esta reseña fue publicada originalmente en:

 

REVISTA LITERARIA BAQUIANA − Versión digital

Año VIII, Número 53 - 54

http://www.baquiana.com/Numero_LIII_LIV/Reseña_II.htm

Miami, Florida, EE.UU.

(Mayo - Agosto de 2008)

 

 

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