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MIAMI (POEMAS DE LA CIUDAD - POEMS OF THE CITY)
por
Omar Villasana Cardoza
(NAGARI MAGAZINE) |
Miami - Poemas de la Ciudad de Maricel Mayor Marsán, es una construcción a tres niveles, un edificio que se levanta a partir del pasado, de quienes la habitan y de la arcilla más importante para la poeta, su mundo interior, ese que se conforma a partir de Impresiones y emociones.
Erigir una metrópoli en escasos ciento veinte años, no ha sido tarea fácil, con justicia Maricel rinde homenaje a las mujeres: Julia Tuttle (cofundadora de la ciudad de Miami en 1896), Flora MacFarlane, Marjorie Stoneman Douglas (escritora, periodista y defensora del medio ambiente) y hombres como Henry Flagler (empresario ferrocarrilero, quien junto con Tuttle funda Miami), George E. Merrick o William Brickell que abrieron el camino a quienes hoy habitamos Miami. Gracias a ellos y a quienes les han seguido tal como nos señala en el poema Aires de cambio
La ciudad crece
Contrario a lo que suele pensarse las marismas de Miami han sido terreno fértil para los poetas, le devolvió los versos a Juan Ramón Jiménez mientras habitó Coral Gables, y nos entrega los versos de Maricel Mayor Marsán, para quien Decir Miami es
echar raíces sobre el coral y un gran pantano sureño
La voz de la poeta es una que se alimenta constantemente
de todo lo que se escucha, aquella que es capaz de volverse “experta en
acentos”.
El puñal también se porta en un bolsillo,
Las ciudades se definen a partir de los seres que la habitan, en el caso de Miami a veces de aquellos que sus raíces no logran aferrarse que se tornan aéreas, en su poema Renacer en el Mar, Mayor Marsán nos hace sonllorar (dijera el poeta de Moguer) al evocar sin nombrarlo a Elián González
Un lobo marino teje telarañas
Una vez que la poeta ha recorrido su pasado, comulgado con quienes comparten o sueñan compartir el territorio que habita como aquellos cubanos, esos:
Tres, eran tres,
Es entonces que Maricel Mayor toma residencia en su ciudad interior, en la que convive con el compañero y amor de su vida, una donde el inglés y el español intercambian la vigilia y la región onírica, aquella que nos comparte en Habitar las sombras de la tarde, es
ráfaga efímera de luz que me ilumina el rostro.
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