TRILOGÍA DE TEATRO BREVE, DE MARICEL MAYOR MARSÁN

 

por

 

Marcos Miranda

    

    

     Cuando Maricel Mayor Marsán me invitó a que hiciera la presentación de su libro Trilogía de Teatro Breve, sin pensarlo dos veces acepté inmediatamente: primero porque soy un fan de su obra poética y además, porque me unen lazos de gratitud y admiración por el trabajo que ella desarrolla en la Revista Literaria Baquiana desde hace tantos años, divulgando y estimulando la creatividad de poetas, ensayistas, dramaturgos y creadores hispanos, dentro y fuera de este país; y eso tiene un gran mérito.

     Pero en la medida que avancé en la lectura del libro, los temas que Maricel enfoca, la magia con que los trata y el ejercicio imaginativo que provoca en el lector, hicieron que olvidara el propósito inicial, de hacer una presentación formal de: “Abstinencias”, “Falso positivo” y “La marcha”, las tres obras de este libro.

     ¿Qué ocurrió realmente? En lugar de un estudio dramatúrgico técnico y frío, me dejé llevar por la impresión que me causaron las obras, ya que me pareció mucho más ameno transmitirles las sensaciones recibidas, que un análisis académico; y es que cuando leo una obra de teatro, invariablemente entran en pugna el Escritor y el Director que “viven en mi” y si el texto es bueno, por supuesto que siempre trata de vencer el segundo, y es ahí precisamente donde empieza el conflicto entre estos dos personajes.

 

 

“Abstinencias”

 

     La primera de las obras del libro, me sorprendió desde la breve descripción de los personajes, la ambientación y el vestuario que la escritora propone. Desde ese instante el Director saltó a mi hombro derecho tomando el control de la situación.

     El Escritor para no quedarse atrás, una vez que pasé la hoja murmuró en tono peyorativo: “Pero, ¿qué es esto? ¡Los personajes no tienen nombre!”.

     En verdad, no me había percatado de ese detalle. Fue entonces que el Director ripostó: ¡Es que cuando te mueres, tu espíritu no se lleva el nombre! Si fuera así, imagínate que problema, porque si la reencarnación existe, cada vez que volvieras a nacer, vendrías con todos los nombres que te pusieron en tus otras vidas: Segismundo, José, Agripina, Florinda (porque en alguna de ellas habrás sido mujer) Pantaleón, Napoleón, (si fuiste francés) Sadám (si fuiste árabe) y Vladimir (si naciste ruso).

     Detuve la discusión rápidamente para continuar con la lectura diciendo: Realmente estos personajes no necesitan nombre. Y es así.

     Las almas en pena pensé, no tienen nombre propio, se identifican por la energía, las vibraciones que transmiten y por la luz que irradian, esas fueron las sensaciones que recibí cuando me adentré en la lectura y participé con ellas “corriendo, semi inclinado hacia delante y con los brazos extendidos, dando la impresión de unas líneas flotantes que se mueven en la bruma, entrelazándome como si fuera uno más ofreciéndoles mis manos para continuar la carrera”.

     La magia había calado en el Director, fue mucha la tentación. La atmósfera era fantasmagórica, la niebla de los Everglades (lugar de la acción) podía cortarse con un cuchillo, una iluminación verde-azul, apenas dejaba ver la brutal vegetación que sugería el escenario.

     Aquellos cuatro rostros de aquellas que un día fueron mujeres en el plano terrenal, pálidos y desencajados, por el peso arrastrado de sus vidas pasadas y por el tiempo vagando sin consuelo, y sin alcanzar el descanso eterno, me sobrecogieron.

     Así, en ese estado me enteré del conflicto de cada una de ellas, de su paso por la tierra, de sus alegrías, sus pesares, sus dolores, de las traiciones que padecieron y del final de cada una; y entonces pensé, ¿cuántos cientos de almas en pena vivas, estarían pasando ahora, por lo que ellas pasaron en su momento?

     En ese preciso instante saltó el Escritor y gritó: “¿Se han dado cuenta de la magnitud de esta breve obra de teatro? ¿De la vigencia y la actualidad que tiene? ¿De la discriminación, de lo explotadas que están y de los horrores que sufren las mujeres en pleno siglo XXI?” Entonces, el Director se inclinó hacia delante y miró fijamente al exaltado hombrecito que gesticulaba y hablaba en voz alta sobre mi hombro izquierdo y le dijo: “¡Si, estoy de acuerdo contigo!”  

 

     –  “Menos mal” replicó el Escritor y se calmó.

 

     Cuando un director se identifica en la primera lectura con los personajes de una obra (ya sea teatro o guión de cine o serial de TV ) quiere decir que lo que tiene ante sí, es un texto que encierra un pasaje de la vida, vivido, escuchado o referido, pero siempre (al menos en mi caso) es como si tuviera enfrente un gran espejo, que me mostrara la realidad de esos personajes, un trozo de sus vidas concebida por el Escritor, para que el Director los recree en su imaginación después de haberlos conocido a través de la lectura y los convierta en seres vivos sobre la escena. Ese fenómeno extra sensorial, fue el que recibí cuando llegué a la página 36, final de la obra y vi correr a las cuatro Almas en Pena por el escenario mientras ejecutaban la danza que sugiere Maricel Mayor.

 

 

“Falso positivo”

 

     La segunda obra transcurre en Nueva York, la autora la ubica en Queens. Ese fue el primer choque con el Director quien apenas leyó la acotación ambiental protestó:

 

¡Esta obra tiene que desarrollarse en el Bronx!”.

 

Sin mirarlo siquiera continué leyendo la sugerencia sobre escenografía y vestuario. Pero él insistió impositivo:

 

– ¡“La atmósfera del Bronx es más sórdida, más aplastante que la de Queens.”!

 

Ya me empezaba a impacientar tanta exigencia sin terminar de leer la obra, pero haciendo un esfuerzo para no lastimar la sensibilidad del hombrecito, le dije:

 

Estamos leyendo una obra de teatro, no un guión de cine. Vamos a ver como es la trama y después discutimos la ubicación. Dijo algo en voz baja que no alcancé a escuchar, pero por el tono comprendí que no había quedado conforme. Pasé la hoja y me concentré en la lectura. El Escritor sonrió complacido por mi desplante, obviamente solidarizado con su colega: la escritora.

 

     Solo tres personajes: una madre inmigrante, soltera, divorciada o viuda da igual, sola en este país con dos hijos, una chica veintiañera y un varón estudiante de High School de dieciocho años de por sí, y en plena crisis, ya es un drama social. Pero Maricel va más allá.

     Esta mujer hispana, es una madre dichosa, me dije: tiene trabajo en una de las factorías que aún quedan en la Gran Manzana y que no han ido a parar al Gigante Asiático; su hija también trabaja en una cafetería de comida rápida, y el hijo a punto de graduarse, espera respuesta de varias universidades. Dije dichosa, porque el varón en esa difícil edad es obvio que es un buen estudiante y aspira a ser un profesional, quien sabe si por sus excelentes calificaciones opta por alguna beca o ayuda, para realizar sus aspiraciones en este gran país. La relación madre-hijos no es el conflicto. Maricel va más allá.

     El nudo de la obra surge cuando la hija descubre que la madre trata de ocultar unos documentos que la entristecen. Ella, les ha inculcado desde pequeños a hablar con la verdad, por eso la hija le increpa: – “¿Acaso no eres tú la que siempre nos ha enseñado a que no existan mentiras entre nosotros?”

 

El conflicto se hace patente, para esta familia.

 

– “¡Este montaje es sencillo, no hay complejidad en esta obra!” apuntó el Director con tono autosuficiente desde su sitio.

 

– “¡No hay montaje sencillo, ni obra sin complejidad; el conflicto siempre es complejo, depende de la seriedad con que el “director” lo trate, para que le “llegue” o no al espectador, ahí es donde está la complejidad!” – Gritó el Escritor desde mi hombro izquierdo, como si en ello le fuera la vida.

 

Me limité a sonreír y con el rabillo del ojo miré al Director que carraspeó mirando al vacío. Complacido en mi “yo interno” pensé:

 

¡Sí! Mi amigo Escritor, bravo por la lección. Los directores no podemos dejarnos llevar por la apariencia facilista de un conflicto, tenemos que valorarlo y tratarlo con la misma seriedad con la que un cirujano opera un tumor sin saber si es o no maligno, ese momento crucial en el drama hay que respetarlo en toda su magnitud, si es maligno, la obra es una tragedia, si no lo es, el final puede quedar abierto (forzando al espectador a que piense y saque sus propias conclusiones) o cerrar con un happy ending (que es la salida facilista a la usanza de las telenovelas.)

 

Pero lo conmovedor de “Falso positivo” es que Maricel superpone el amor de esta madre por encima de todo, para que sus hijos logren salir adelante, y da un giro inesperado al final de la obra, dejando al lector, con un final inteligente y con una sensación agridulce por la lectura.

 

“¡Falta saber si con la dirección de la obra, se le da otro giro al final! Remarcó el hombrecito de la derecha.

 

Bueno, siempre y cuando se ponga de acuerdo el director con Maricel que es la autora. “¡¿No crees?!” Espetó el Escritor como el que no quiere la cosa.

 

     Los miré a los dos y suspiré esperanzado. El aceite y el vinagre empezaban a ponerse de acuerdo.

 

 

“La Marcha”

 

     La tercera y última obra de Teatro Breve de Maricel Mayor. Por ser la que cierra el libro es la más pródiga en personajes: siete. Bueno mas bien ocho, de los cuales seis son obreros, el séptimo: Larry el americano, es el dueño del almacén de productos alimenticios donde trabajan los primeros, y el octavo personaje (que no aparece en la obra, ni lo señala Maricel) pero que en esencia está en toda la pieza, es la Migra, tan temida y odiada por todos los emigrantes.

     La acción se desarrolla en Los Ángeles, en el este, el 1ro. de mayo de 2008 con el marco escenográfico de varias mesas donde se dejan ver cajas de cartón, latas y envases variados. El vestuario cómodo y sencillo propio de trabajadores.

     El drama que viven los indocumentados en Estados Unidos (y pienso que con mayor o menor sufrimiento en otros países) se refleja cruda y despiadadamente en esta pieza.

 

– ¡Esta obra da para mucho, con ella podría hacerse hasta un docudrama si se llevara al cine! Hasta podría terminar en tragedia si se cambiara el final. – Apuntó excitado el Director poniéndose de pie sobre mi hombro derecho.

 

¡Y dale! Farfulló el Escritor. ¿Por qué no te conformas con dirigir y dejas los finales de los escritores? ¿O es que también te consideras escritor?

 

¡Por supuesto y lo he hecho, recuerda que antes que “tú” aparecieras yo adapté “Enrique de Lagardere”, el Conde de Montecristo” y muchísimos cuentos y obras de teatros para la televisión! Respondió el de la derecha.

 

¡A saber por qué mandaron a buscar a un escritor! Ripostó el de la izquierda.

 

¡Por comodidad del susodicho!

 

El susodicho era yo evidentemente.

 

¿Por comodidad? ¡No sería porque se le acabó el talento!

 

Aquello ya era demasiado, la agresión era directa al pulmón. ¡A mi pulmón! ¡No podía permitirlo de ninguna manera!

 

¡Un momento señores! Estamos haciendo un ejercicio teatral de análisis y valoración sobre el Teatro Breve de Maricel Mayor Marsán. El Director tiene todo el derecho de dar rienda suelta a su imaginación para aportar y enriquecer el texto que le toque dirigir, siempre y cuando, como bien apunta el Escritor, con la anuencia del autor de la obra en cuestión, en caso de que esté vivo y hayan transcurrido menos de cien años de escrita la obra. Si el escritor ha fallecido, en ese caso se requeriría la autorización de los herederos o destinatarios que posean los derechos de la pieza. Ahora bien, si la obra tiene cien años y un día de escrita, cualquiera de ustedes dos mis queridos amigos, podrá hacer una versión libre del texto. Pero en este caso, como Maricel está vivita y coleando tienen que pedirle permiso o de lo contrario ponerse de acuerdo con ella para cualquier cambio.

 

Pero como ella no conoce la calidad del señor como Director, dudo mucho que llegue a ningún acuerdo con él. ¡He dicho! Sentenció el Escritor.

 

¡Basta señores! Parece mentira, que dos profesionales con tanta experiencia se dejen arrastrar por el ego y no sean capaces de cotejar objetivamente sus opiniones.

 

     Pongo punto final a esta discusión bizantina.

 

     El Escritor más mesurado y paciente, al menos en apariencia, se sentó en su sitio en la posición de loto y comenzó su práctica de Yoga.

 

     El Director, autosuficiente y altanero dio la espalda y se paró justo al borde de mi hombro, en la coyuntura del antebrazo, mirando el abismo que se abría frente a sus pies, como si fuera a lanzarse en un acto suicida, como colofón de un final melodramático.

     Controlada la situación, y para poner en orden esta sui generis presentación, concluyo con varios apuntes que “estos señores” no señalaron por lo hiperbólicos de sus egos.

     En “La marcha”, se dan cita las bajas pasiones, los intereses, la explotación, la ingenuidad, el desconocimiento de una comunidad honesta y trabajadora, que viene a este país a hacer realidad los sueños por los que todos estamos aquí, pero, a pesar de los sentimientos encontrados que se agolpan en la obra, sobresale la solidaridad humana, que marca y aglutina al homo sapiens.

    

     Hay que destacar en la dramaturgia de Maricel Mayor Marsán varios aspectos:

 

     * El poder de síntesis en la estructura de sus obras.

     * La simplicidad y frescura en los diálogos.

     * La actualidad en la temática que aborda.

     * La brevedad pedagógica de sus obras.

     * La sencillez de la puesta en escena que sugiere.

 

     En realidad después de hacer este ejercicio no sabría, (si tuviera la posibilidad de dirigir alguna obra de este Teatro Breve) por cual decidirme.

 

     “Abstinencias” es un reto imaginativo para un director.

     “Falso positivo” es la esencia misma de la vida en familia.

     “La marcha” es la tragedia del día a día de millones de indocumentados.

 

     Todas marcan un antes y un después al leerlas. Cuando se “levanten” en un escenario, moverán al público a la reflexión y al análisis.  

 

     Que mayor premio para todos los que intervienen en una puesta en escena, pero en primer lugar para el escritor, porque sin su talento, imaginación y sensibilidad no hay obra, ni personajes, ni magia, ni existiría ese espacio maravilloso donde la realidad y la fantasía se entrelazan para dar paso al arte, gracias precisamente al autor.

 

     Y en este punto, estoy seguro que estarán de acuerdo mis amigos y compañeros inseparables: el Escritor y el Director.  

 

 

 

Este texto fue leído el sábado, 14 de abril de 2012, en el Dante Fascell Conference Center del Miami Dade College - Kendall Campus, durante la primera presentación del libro Trilogía de Teatro Breve en Miami. Fue publicado posteriormente en el Número 77 - 78 (Mayo / Agosto de 2012) correspondiente al Año XIII de la Revista Literaria Baquiana (versión digital).  

 


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