EN EL TIEMPO DE LOS ADIOSES

por

Luis de La Paz

Crítico Literario

(La Revista del Diario Las Américas)

         

     Los lectores nos hemos acostumbrado a que la escritora cubana Maricel Mayor Marsán nos entregue un nuevo libro con relativa frecuencia. Resultan volúmenes de distintas hechuras: teatro, como Gravitaciones teatrales (2002) o Haz de incitaciones (2003), un singular texto que recoge las impresiones de un grupo de artistas; o también poesía, tal vez su pasión más intensa, con En el tiempo de los adioses (Editorial Áglaya, España, 2003).

     Esta colección de poemas de la directora de redacción de Baquiana, revista virtual de literatura (www.baquiana.com), coloca a la escritora en el privilegiado grupo de las más destacadas poetas cubanas en el exilio. Por encima de otras aproximaciones a la poesía, pienso en Lágrimas de papel (1975); 17 poemas y un saludo (1978); el libro bilingüe Un corazón dividido/A Split Heart (1998); Errores y horrores: sinopsis histórica poética del siglo XX y su última entrega En el tiempo de los adioses refleja un libro depurado, fértil y maduro, donde la creación poética se ha despojado de todo su artificio para quedar la pura simiente de la expresión poética.

     La unidad del libro es el adiós en sus múltiples variantes, las vitales y las dolorosas, las inevitables y las afrontadas. Son treinta adioses, algunos más inocentes, pero no por ello menos significativos, como el Adiós de aeropuerto, con la carga de separación que arrastra, o El peor adiós  “cuando un ser querido se va / sin querer irse, / nos deja perdidos, ausentes. / Ese adiós no tiene experiencia. / Duele, perfora, penetra”.

     Adiós es una palabra de múltiples ecos, con una poderosa energía y tenebrosos bríos, que Mayor Marsán ha sabido dominar en sus poemas. Expresar y sentir el “Adiós” tiene una carga; es una palabra tremenda, final, dolorosa, de fe. “Adiós” sin la “A” conduce a Dios, y eso ahonda en el misterio.

     En este libro, los primeros poemas señalan el plato fuerte del volumen. En el que da título al libro, la escritora apunta: “En el tiempo de los adioses / hay un contorno divino / en el exclusivo vivir de la distancia, / dulce, amplio, alucinado, / de un marcado silencio que la anula”.

     Para mi gusto los cuatro poemas que conforman Crónica del primer adiós, resultan los más intensos. El nacimiento: “De tus aguas vengo / vaciando tus paredes interiores / para que otras aguas me acojan”. El adiós a la pubertad: “La fantasía cede su espacio, / surge entonces el asombro / que nos acompañara de por vida, / lento viaje al universo sin tregua”. Llanto en septiembre y El adiós estudiantil, completan el ciclo. Así continúa este recorrido vívido y sentimental por los laberintos de los adioses. Tal vez el resumen del libro quede expresado por Natalia Carbajosa Palmero en el prólogo: “En el tiempo de los adioses respira el pulso, testimonial y metafórico de un tiempo, de quien concibe la vida como eterna despedida y como pérdida”.


Volver