MARICEL MAYOR MARSÁN

Y LA MIRADA LARGA DE LA POESÍA.

 

por

 

José Antonio Albertini

Co-editor

(Pensamiento  ̶  Publicación Literaria e Histórica) 

 

     

     

Aguardo dos manos que no maten pájaros.

Si llegan, la puerta se abrirá sin llave.

 

Alfonsina Storni, En Silencio

 

     ERRORES Y HORRORES, el último volumen de poemas de Maricel Mayor Marsán, constituye una obra seria, profunda y reflexiva sobre el finalizado siglo XX y algunas personalidades y situaciones que le dieron sentido esperanzador y trágico a las décadas que hoy se aposentan en los anaqueles polvorientos de la historia.

     Maricel, creadora sensible y constante, posee una trayectoria jalonada de obras fecundas que atestiguan su valía poética. LÁGRIMAS DE PAPEL, 17 POEMAS Y UN SALUDO, ROSTRO CERCANO, UN CORAZÓN DIVIDIDO y el esfuerzo exitoso de la revista Baquiana son, dentro de su quehacer literario, hitos resaltantes que nos asoman al bullir de ideas novedosas que brotan de la pluma de Mayor Marsán con ímpetu de permanencia que toca y estremece al lector con sentimientos de inmediatez. Y digo sentimientos de inmediatez porque Maricel desgrana intensidad poética que sobrepuja la materia para señorear en el subconsciente inescrutable. Allí, esa península lontánica de nuestra anatomía, donde la vida no teme y un buen poeta muere un poco, cada vez.

     ERRORES Y HORRORES transita con ojos de amor la irracionalidad y creatividad humana. Y para alumbrar tan arduo y agotador propósito la poeta, artesana de palabras, se refugia en una composición que, en mi opinión, se erige como almena de ternura desde la cual destapa sepulcros y airea las osamentas. Nuestras avergonzadas osamentas.

     DÉJAME SABER que por subtítulo tiene: HOMENAJE A LA TERNURA OLVIDADA, nos hace ver que antes de juzgar a un semejante es preciso la comprensión y el juicio sereno del afecto individual único y verdadero que, por añadidura, es el llamado a cobijar, a la luz de lo aparentemente pequeño y personal, las grandes motivaciones terrenales. 

    

     "Déjame saber si es humanismo

     el hablar de pueblos y de niños".

 

     Ella, la poeta, desde la salvaguarda de su solitaria intimidad indaga, para luego sobrevolar lugares de exterminio y con valentía crítica preguntarle al viento de todas las noches:

 

     "¿De qué lado está la moral

     cuando los muertos no saben de banderas

     ni las víctimas de las glorias obtenidas?"

 

     No obstante, sin derrumbarse ante el pesimismo claudicador, Maricel Mayor Marsán, en euforia amorosa, retorna al principio de lo prometido y en DÉJAME SABER sigue inquiriendo:

 

     "Déjame saber si es esperanza

     el desear amar entre la violencia y el cinismo".

 

     Clama y se prepara para soportar en visión interna el calvario de los poetas Federico García Lorca y Miguel Hernández, agotadores apresurados del momento iracundo que les tocó vivir. Del primero con pesadumbre inapelable, más que escribir, se lamenta:

 

     "No te llevaron al río

     pensando que eras mozuelo.

     Te llevaron al calvario

     pensando que eras pagano". 

 

     Inmediatamente evoca a Miguel Hernández y reedita con luz de espanto y verbo poético el instante de la traición:

 

     "Una acusadora mirada de paisano

     te vendió el posible porvenir

     en una posta olvidada de Extremadura

     para obligarte a un fatídico silencio entre rejas."

   

     "Déjame saber si es algo nuevo / el prender la mirada en una estrella"; prosigue y cita horrores que macularon el siglo XX, a los cuales su obra poética les niega el olvido cómodo de la memoria colectiva: "Una guerra fria, dos guerras mundiales / incontables guerras fratricidas / y múltiples conflictos regionales. / Fin de siglo, siglo nuevo"; reflexiona, tal vez, convencida que el mismo hombre que sembró la centuria pasada de ERRORES Y HORRORES será el arquitecto de la que iniciamos.

 

     "Déjame saber si es un movimiento encantado

     la mueca que equivale a una sonrisa".

 

     Maricel, acto seguido, apela a la magia de su creación para de las cenizas rescatar, como ejemplo de porvenir, el pensamiento de Mahatma Gandhi:

 

     "Tu voz suave y segura

     envuelta en la más  humilde vestidura

     me llega del Asia lejana

     en mensaje de consolación eterna".

 

     Más adelante, en reconocimiento a las mujeres del siglo XX, materializadoras incansables de sueños que, en múltiples ocasiones, fueron pasto ardiente de los ERRORES Y HORRORES, dice:

 

     "Inquirieron y demostraron

     la estructura maternal del universo

     desde la dualidad más completa

     que definen dos vocablos al unísono:

     mujer y persona".

 

     Y es entonces que, segura del beneficioso equilibrio femenino, reanuda el monólogo indagatorio:

 

     "Déjame saber si es alta frecuencia

     el contacto de mi piel humedecida".

 

     Maricel Mayor Marsán, exploradora de abruptos senderos literarios, grávidos de sudores zozobrantes y creativos, honra la memoria de Antonio Machado, cuando su pupila de verbo claro y tangible ilumina la faz desdibujada del poeta:

 

     "Una mirada al sur

     siempre al sur

     donde se llora por la impotencia

     de no conocer mejores caminos".

 

     Asimismo, llena del sentimiento intuitivo que engendra el lapso complicado y oscuro de todas las épocas, busca en su pequeño y a la vez inconmesurable orbe de afecto, apoyo y comprensión:

 

     "Déjame saber si es tiempo perdido

     el dedicar mi voz a extraños personajes".

 

     Sobra aclarar que el lector avispado capta en el viento de la poesía aromas de eternidad.

    

     El poemario ERRORES Y HORRORES, más que para declamadores, está estructurado para la comprensión callada y abismal de la conciencia. Esa conciencia que, aún al dormir, nos habla en representaciones oníricas. Las mismas ensoñaciones que debieron perseguir, a lo largo del siglo de su obra, el alma poética de Maricel y que a la postre, quizás un poco desamparada, la orientan a pedir el calor del amor... Del amor que conjura los ERRORES Y HORRORES.

 

     "Déjame saber si no te importa

     que te acaricie la espalda mientras duermes".

    

 

Esta reseña también fue publicada en:  

 

ENFOQUE METROPOLITANO

Sección de Literatura

Año 8, Número 1, Página 7.

Versión impresa.

Metropolitan News, Inc.

Miami, Florida, EE.UU.

(23 de Enero de 2001)

 


 

Volver